
En primavera los membrillos cidonios
florecen regados por la corriente de los arroyos
en el huerto no hollado de las doncellas
y también crecen los pámpanos bajo umbrosos retoños.
Amor, en cambio, jamás reposa para mí en estación alguna,
si no que, cual cierzo tracio inflamado por el rayo,
sombrío y resoluto, me agita el alma por entero,
violentamente, con un loco frenesí que me consume.
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