lunes, 27 de septiembre de 2010

Cuentos de Canterbury


Los Cuentos de Canterbury, de Chaucer, son un paso obligado para quien esté interesado en la historia de la narrativa occidental.
Los relatos son muy variados: tema fantástico, pícaro, más o menos didácticos... Mejor y peor construidos. Si se mira desde el Quijote se echa en falta, como es lógico, una evolución de los personajes, una vida independiente del narrador...
También, desde el Quijote, hay tres notas destacables:
- la relación entre un caballo fingido y el de Troya.
- la afirmación de que la vejez mejora el entendimiento.
- la distinción y descripción entre bienes de fortuna y de naturaleza.

viernes, 17 de septiembre de 2010

¿Qué es literatura?


Simeón: Expresión dotada de cierta estética del hombre a través del lenguaje escrito que va más allá del contenido.
Susana: Arte que consiste en expresar oralmente o por escrito historias, sentimientos o ideas.
Eider: Lo inefable.
Pedro: El arte referido a las letras.
Marta: Tradición oral y escrita de las diferentes culturas desde un punto de vista estético y artístico.
Paula: Aquello que consiste en expresar mediante distintos géneros lo que quieres contar.
Carlos: Es la expresión de ideas mediante el lenguaje y su escritura con intenciones artísticas.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Safo y Catulo


Me parece igual a un dios
el hombre que frente a ti se sienta
y absorto escucha mientras le hablas dulcemente
y sonríes con amor.
Esto, no miento, no, me sobresalta
dentro del pecho el corazón;
pues si te miro un solo instante
mi voz no me obecede,
la lengua se me hiela, un sutil
fuego corre bajo mi piel,
mis ojos no ven nada, me zumban los oídos,
un sudor frío me cubre, un temblor
me agita toda entera y estoy, más que la hierba,
pálida, y siento que me falta poco
para quedarme muerta.

La lírica monódica

Catulo

LI. ad Lesbiam

ILLE mi par esse deo uidetur,
ille, si fas est, superare diuos,
qui sedens aduersus identidem te
spectat et audit
dulce ridentem, misero quod omnis
eripit sensus mihi: nam simul te,
Lesbia, aspexi, nihil est super mi
* * * * * * * *
lingua sed torpet, tenuis sub artus
flamma demanat, sonitu suopte
tintinant aures gemina, teguntur
lumina nocte.
otium, Catulle, tibi molestum est:
otio exsultas nimiumque gestis:
otium et reges prius et beatas
perdidit urbes.

Aquel me parece semejante a un dios,

aquel, si es posible, supera a los dioses,

que sentado enfrente una y otra vez te mira y oye cómo ríes dulcemente, porque

a mí desgraciado me arrebata todos los sentidos: pues a la vez a ti, Lesbia, te he mirado, no tengo nada sobre la lengua pero está torpe, una tenue mana bajo mis articulaciones, con su propio sonido me zumban los oídos, se cubren las luces por la noche.

El ocio, Catulo, te está perjudicando:

por el ocio exultas y te acaloras demasiado:

el ocio no solo ha echado a perder a reyes sino también a ciudades felices.


sábado, 4 de septiembre de 2010

George Steiner: Una lectura bien hecha


La mochila del soldado de infantería no tiene mucho espacio. Un jabón, unas hojas de afeitar, unos calcetines de repuesto. Pero hay lugar para un libro: El mundo como voluntad y representación (Die Welt als Wille und Vorstellung), de Schopenhauer. Sólo ese libro. El soldado en cuestión es mensajero de las vanguardias en las trincheras, tarea peligrosa si las hubo. Hombre de valor excepcional, será promovido a cabo y recibirá tres heridas graves antes de noviembre de 1918. Habrá leído una y otra vez el texto de Schopenhauer, que ya no lo dejará a lo largo de una existencia agitada.
Su lectura se dirigirá ante todo hacia la doctrina schopenhaueriana del Wille, de la voluntad. El mundo es en primer lugar y a fin de cuentas voluntad. Todo movimiento orgánico, todo pensamiento, no son sino pulsiones fenoménicas surgidas de la voluntad. Impulso de ser, del que el mundo y la dinámica ontológica que llamamos «vida» sólo son una manifestación siempre parcial, siempre naciendo y desapareciendo, la voluntad, der Wille, es simplemente el ser como lo dice el verbo «ser». No puede haber límite para esta voluntad, ya que semejante límite sería él mismo la expresión de otra voluntad, incluso contraria, como la de la antimateria, a la vez simétrica y destructiva, en la física nuclear moderna. Punto capital -que nuestro lector, bajo los huracanes de fuego de los años 14-18, habrá anotado cuidadosamente-, el Wille trasciende, al englobarlo, a su objeto. En ese voluntarismo cósmico, el objeto no es sino un momento en la eterna pulsión de la voluntad, no es sino un grano de arena arrojado por el maremoto o el calmado sismo del ser. De ahí que las nociones éticas aplicadas a los objetos del acto voluntario sean triviales, comparadas con el acto mismo. De ahí también que, en una perspectiva como predarwiniana, el individuo sólo sea una pompa efímera, una parte casi insignificante de la espuma que surge y se apaga en la superficie existencial del diluvio creador del Wille. Consciente de la nulidad de su estado y de los sufrimientos e ilusiones que le proporciona esa nulidad, el individuo que reflexiona buscará la extinción, el retorno a la noche informe de lo universal. Aniquilar es devolver a la vida la lógica y la dignidad del trans, es decir, de lo inhumano.