jueves, 3 de febrero de 2011

Los poemas de Boecio

[Expone el autor los motivos de su aflicción, y la Filosofía, que se le aparece en forma de dama de porte majestuoso, le hace ver ante todo que su mal consiste en haber olvidado cuál es el verdadero fin del hombre.]
METRO PRIMERO
Yo que en mis mocedades componía hermosos versos[1], cuando todo a mi alrededor parecía sonreír, hoy me veo sumido en llanto, y ¡triste de mí!, sólo puedo entonar estrofas de dolor. Han desgarrado sus vestiduras mis musas favoritas y aquí están a mi lado para inspirarme lo que escribo, mientras el llanto baña mi rostro al eco de sus tonos elegíacos. Ellas siquiera no me han abandonado por fútiles temores, ellas, que siempre fueron la compañía de mis caminos.
Ellas, recuerdo gratísimo de mi florida juventud fecunda, vienen a dulcificar los destinos de ésta mi abatida vejez: si, que a impulsos de la desgracia la vejez ha precipitado sobre mí sus pasos, y a la mitad del camino de mi vida he sentido sonar la hora definitiva del sufrir.
Cubren mi cabeza precoces canas; mi cuerpo agotado siente ya el escalofrío de la tez marchita y rugosa. ¡Dichosa muerte, cuando sin amargar la dulzura de los años buenos, acude si el corazón la llama en su favor! Pero, ¡ay!, que, despiadada, cierra sus oídos a la voz de la desgracia...
¡En vez de cerrar los ojos del triste mortal que llora! Mientras me halagó la fortuna, a pesar de saberla inconstante y mudable, una hora de tristeza hubiera bastado para llevarme a la tumba; ahora que ha ensombrecido su faz engañadora, ¡oh, cuán larga se me hace una vida tan tediosa!
¿Por qué, amigos, habéis ponderado tantas veces las horas de mi dicha fugaz? ¡Ah, no estaba muy seguro quien así cayó tan de repente!






METRO SEGUNDO
“¡Ah! ¡Cómo se agita la mente en el fondo del abismo en que se halla sumergida! Y abandonando su propia luz, ¡cómo se precipita hacia la tiniebla exterior, cuando siente en sí misma una angustia mortal, acrecida hasta lo infinito por el hálito de las cosas terrenales!
”Este pobre mortal gozó un tiempo de omnímoda libertad; para él el cielo no guardaba secretos; acostumbrado a caminar por los senderos del firmamento, observaba los dorados rayos del sol, seguía atento las fases de la helada luna, había vencido a las estrellas, sujetando a número sus errantes revoluciones dentro de órbitas cerradas.
”¿Qué más? Él sabía las causas por las cuales los vientos rumorosos ya rizan la superficie de los mares, ya sacuden su seno en gigantescas olas; cuál es el alma inmutable que gobierna al mundo; por qué los astros que se hunden en el mar de las Hespérides despiertan rutilantes por Oriente; con qué ley se suceden las plácidas horas de la primavera para que ésta adorne la tierra con rosadas flores; quién hace que al término del año muestre el otoño la exuberancia de su fecundidad en jugosos frutos... Esto solía él tratar en sus versos, como así también otros misterios ocultos de la naturaleza que él desentrañaba...[2]
”Mas ahora, vedle aquí abatido, apagadas las luces de su mente, cargadas a su cuello pesadas cadenas, que le hacen inclinar, abrumado, su frente para no ver, ¡desgraciado!, otra cosa que la tierra inerte en la cual va a sepultarse...
METRO TERCERO
Entonces, disipada la noche, se desvanecieron las tinieblas que me cercaban y volvieron mis ojos a su prístino vigor. No de otro modo cuando las nubes se amontonan al soplo de Coro desencadenado, cuando el cielo parece se ha detenido por la carga de lluviosa cerrazón, el sol se oculta, cerniéndose oscura noche sobre la tierra, aun cuando no haya llegado al horizonte la estrella de la tarde. Pero si Bóreas (viento del norte), saliendo de sus antros de Tracia azota con sus alas aquella tiniebla y deja en libertad al día aprisionado, brotan doquiera torrentes de luz y Febo hiere con los dardos de sus rayos los ojos que asombrados lo contemplan.
METRO CUARTO
”Aquel que sin perder el equilibrio de su espíritu sabe hollar con altivez los implacables decretos del destino y que tanto en la adversidad como en la bienandanza puede contemplar impasible los vaivenes de la mudable fortuna, no se conmoverá ni ante la furia amenazadora del océano que hace brotar del fondo de los abismos sus agitadas olas, ni ante el bramar del Vesubio caprichoso, cuando reventando sus hornos encendidos lanza las llamas envueltas en humo, ni ante la descarga del rayo ardiente que busca, para fulminarlas, las elevadas cumbres.
”¿Por qué, por qué el hombre maltratado por la desgracia ha de mirar inerte, rabioso en su impotencia, al tirano que lo tortura? Nada esperes, nada temas y dejarás desarmado e impotente a tu más airado enemigo; pero si trepidas por el miedo o vacilas por una esperanza, ya has perdido tu firmeza, has vendido tu independencia, has abandonado tu escudo; y, desalojado de tus posiciones has atado a tu cuello una cadena que para siempre te arrastrará”.
METRO QUINTO
”¡Creador del firmamento estrellado! ¡Tú, que sentado en eterno trono haces girar el cielo en vertiginosas revoluciones[3] y obligas a los astros a obedecer tus leyes! Tú que haces que la luna, ya brillante en el plenilunio al recoger en su disco la ardiente llama de su hermano haga esconderse en la sombra a las estrellas, o ya pálida en su menguante pierda el esplendor viéndose próxima a Febo; Tú que haces que el lucero de la tarde arrastre las estrellas de la noche fría y luego cambiando las riendas amanezca como lucero de la mañana, amortiguando sus luces con la aparición del Sol; Tú eres quien acorta el día cuando los fríos del invierno esparcen por el suelo las hojas de los árboles y das a las noches raudas alas cuando llega el ardiente estío. Tu poder dirige el año a lo largo de las estaciones y haces volver con el vuelo perfumado de los céfiros las hojas que arrastró el soplo helado del Bóreas. Las sementeras que contemplara Arturo serán las llenas cosechas que Sirio madurará. Ninguno de los seres se desentiende de tu ley antigua, ni ninguno descuida su tarea en el puesto que tú le fijaste; todo lo conduce y guía tu voluntad inmutable: los actos humanos son los únicos que no gobierna tu voluntad soberana. ¿Por qué, si no, la fortuna en su incesante vaivén, tiene tan chocantes contradicciones? El inocente se ve aplastado bajo el peso de un castigo que merece el criminal; el vicio se encumbra en excelso trono y, siempre dominando la injusticia, el malvado pisotea el cuello del hombre recto. Se eclipsa el brillo de la virtud, perdido en sombrías tinieblas, y el justo soporta las acusaciones que merecen los malvados: éstos nada tienen que temer de sus perjurios, ni de sus fraudes vestidos de mentida apariencia. Que cuando quieren hacer prueba de lo que alcanza su poder subyugan hasta a los mismos reyes, a quienes temen y respetan pueblos enteros.
”¡Oh! Echa una mirada sobre las miserias de este mundo, Tú, quienquiera que seas, que has fijado las leyes del Universo. Siendo los hombres una parte no despreciable de tu vasta Creación, nos vemos sacudidos por el agitado mar de la fortuna. ¡Oh Soberano dueño del mundo! Sujeta esas olas desencadenadas; y con las mismas leyes que gobiernan el cielo infinito, da a la tierra estabilidad inquebrantable.”[4]
METRO SEXTO
”Aquel que confiara el grano a los surcos esquivos en el tiempo en que bajo los ardientes rayos de Febo se abrasa la constelación de Cáncer, vería defraudadas las esperanzas que hubiera puesto en Ceres y no tendría otro recurso sino dirigir sus pasos hacia los bosques donde crece el roble.
No vayáis a buscar violetas al prado teñido de púrpura, cuando en la estremecida llanura sopla el furioso aquilón; no queráis con mano ávida vendimiar en primavera, si es que pretendéis saborear los racimos: es en otoño cuando Baco prefiere prodigar sus dones. Cada estación tiene su misión propia, escogitada por el mismo Dios, quien no permite se trastorne el orden por Él establecido.
”De la misma manera, precipitar el curso de las cosas, abandonando el plan prefijado, jamás conducirá a un desenlace feliz.
METRO SÉPTIMO
”Velados por oscura nube, los astros no pueden difundir su luz. Si el océano se ve agitado por las furiosas olas que el Austro desencadena, la linfa, antes pura y semejante a un día sereno, se mancha con el fango removido y no deleita al mirarla. El torrente salvaje que baja de las alturas con frecuencia va a chocar con los peñascos desprendidos de la montaña desmoronada...
”Tú, igualmente, si quieres percibir la verdad en todo su fulgor y avanzar por el camino recto, deja a un lado las bulliciosas alegrías, aleja de tu corazón el temor, desecha la esperanza, ahuyenta todo dolor. Bajo el dominio de esas pasiones, pesada niebla se cierne sobre el espíritu, que se siente como atado con fuertes cadenas.”
METRO PRIMERO
”Cuando con mano altanera cambia el rumbo de los acontecimientos y avanza, semejante en su marcha a las agitadas ondas del Euripoa, aplasta bajo sus pies a los reyes antes temidos y levanta del polvo las frentes humilladas de los que sucumbieron. No escucha a los desgraciados ni se cuida de sus lamentos; antes bien, se burla del llanto que ha provocado su mismo rigor. Así es como se entretiene para probar sus fuerzas. Maravillosamente se descubre cuando en el curso de una hora hace pasar de la loca alegría al desesperado abatimiento.
METRO SEGUNDO
”Aunque la abundancia de colmado cuerno repartiera sin retirar su mano todos los bienes imaginables, numerosos como las arenas que remueve el océano agitado o como las estrellas que ostenta una noche serena, no por eso cesarían los mortales en sus quejas y lamentos. Podrán los dioses escuchar cuantos votos se les dirijan, prodigar sin límites el oro y la riqueza, llenar al ambicioso de honores deslumbrantes: lo ya conseguido en nada se estima; la codicia brutal devora su presa y abre sus fauces en demanda de nuevas cosas. ¿Qué frenos podrían contener dentro de justos límites a la avaricia desbocada, si aun la abundancia de generosos presentes enardece todavía más la sed de poseer? Nunca es rico quien con lamentos y clamores se juzga en la miseria”.
METRO TERCERO
”Cuando Febo desde su dorada cuadriga esparce la luz en el firmamento, palidecen las estrellas; y, vencidas por los rayos ardientes de aquel fuego, eclipsan el esplendor de su blanca frente.
”El bosque, al tibio soplo de los céfirosV, se viste de flores tempranas; mas si viene el Austro nebuloso a desencadenar sus iras, la rama, antes lozana, se despoja de sus galas.
”Muchas veces extasía el mar en calma, radiante en la majestad de sus aguas tranquilas, pero si sopla el Aquilón, se levantan furiosas tempestades en las ondas agitadas.
”Si tan pasajeras son las formas todas del mundo, si tan profundos son los cambios que experimenta, ¿podrás confiar en las deleznables riquezas de los hombres o en sus bienes fugitivos? Lo único inmutablemente establecido por una ley eterna es la eterna inconstancia de todas las cosas creadas.”
METRO CUARTO
”Aquel que con prudencia quiera fundar en base estable su mansión, el que no quiera verse abatido por el soplo violento del Euro retumbante sino más bien mirar desdeñoso al océano amenazador, que no busque las altas cumbres ni la movediza arena: a aquéllas las azota el Austro impetuoso; ésta, sin cohesión, no es capaz de soportar un peso inseguro. Huyendo los peligros de una morada placentera, trata de asentar tu casa sobre la humilde roca. Que bramen enfurecidos los vientos, agitando las olas sobre los restos del naufragio: tú, fiado en la firmeza de tu inconmovible atrincheramiento, verás fluir serenos tus días y podrás desafiar los elementos.
METRO QUINTO
”¡Feliz edad la de aquellos hombres que sabían contentarse con el fruto de los campos feraces, que vivían robustos lejos del lujo enervador, que en la simple bellota encontraban alivio a su ayuno prolongado!
”No conocían la mezcla de los dones de Baco con la fluida miel, ni sabían teñir en la púrpura de Tiro el espléndido tejido de sedas orientales.
”El césped les brindaba mullido lecho para un sueño reparador, en las rápidas corrientes de los ríos encontraban su bebida y bajo la sombra de elevados pinos su descanso.
”No habían surcado el océano, ni jamás abordaran playas remotas en busca de exóticas mercancías.
”Las trompetas guerreras seguían en silencio, y no se habían enrojecido los campos con la sangre derramada a merced de implacables odios. ¿Por qué despertaría el furor de la guerra para llevar las armas contra el enemigo sin que horrorizaran las atroces heridas, sin que se viera el premio de la sangre vertida?
”¡Ojalá volviésemos a las sencillas costumbres de antaño! Pero... ¡más furiosa que las llamas del Etna nos avasalla la ardiente pasión de la codicia!
”¡Ah!. ¿Quién sería el primero que sacara de las entrañas de la tierra el tesoro maldito del oro y la pedrería?[5].
METRO SEXTO
”Sabemos de las ruinas que, después de condenados a muerte los senadores y entregada Roma a la voracidad de las llamas, acumuló en montones informes aquel monstruo que, tras de haber muerto a su hermano, manchó sus manos con la sangre de su madre asesinada, paseando sus torpes miradas por el yerto cadáver, sin derramar una lágrima, censor insensible de aquella muerta belleza.
”Y, sin embargo, tenía bajo su poder a los pueblos que Febo saluda al subir de entre las ondas cuando despierta en el oriente, y a aquellos que se ocultan bajo el Septentrión y a los que abrasa el soplo violento del noto meridional cuando de nuevo caldea las arenas con su fuego.
”¿Por ventura, este señorío sin límites pudo hacer que cambiara la rabiosa crueldad de Nerón? ¡Ah! ¡Desventurado destino, cuando la espada del malvado se alía con el veneno!”.
METRO SÉPTIMO
”Aquel cuyo espíritu ambicioso suspira sólo por la gloria creyéndola el bien supremo, que mire a las inmensas regiones del firmamento y al reducido círculo de la morada terráquea: no podrá menos de sentirse confuso y avergonzado de llevar un nombre incapaz de llenar un ámbito tan estrecho. ¿Por qué, pues, el hombre orgulloso se esfuerza en vano por libertar su cuello del yugo de la muerte?
”Podrá extenderse su fama a países remotos y, desatando las lenguas, difundirse a todo lugar; podrá su casa brillar con títulos ilustres: la muerte desprecia la gloria altanera y, derribando lo mismo al humilde que al encumbrado, iguala a los más bajos con los más altos.
”¿Quién encontraría hoy los huesos ilustres del leal Fabricio? ¿Qué son ya Bruto y el austero Catón? Queda de ellos una tenue nube de gloria que señala un nombre vano, compuesto de pocas letras.
”Y aun cuando supiéramos de muchos nombres preclaros, ¿podríamos conocer a los muertos que los llevaron?
”Yacéis en profunda oscuridad; y así vuestra fama, por mucha que sea, no permite conocer vuestra alma. Si creéis que vuestra vida se prolonga merced al soplo de un nombre mortal y perecedero, día vendrá en que el tiempo os arrebate ese nombre y para entonces os aguarda una segunda muerte.
METRO OCTAVO
”Si el universo deja contemplar una maravillosa sucesión de acontecimientos dentro de la más perfecta armonía y con multiplicada variedad, si elementos entre sí dispares y opuestos operan como ateniéndose a un pacto de perpetua alianza; si Febo trae en su carro de oro la rosada luz del día y Febe preside las noches guiadas por Héspero; si el mar avasallador contiene sus ondas para que no traspasen los linderos que una mano suprema le ha fijado; si la tierra insegura no dilata a lo lejos sus fronteras; si todas las cosas se suceden y encadenan de este modo, es porque las tierras y los océanos obedecen a un guía que también manda en los cielos: el amor.[6]
”Si él aflojara sus riendas, todos los seres que ahora se aman, se harían guerra cruel; y si actualmente en perfecta inteligencia provocan movimientos armoniosos, entonces rivalizarían por destruir la máquina del universo.
”El amor es el que une a los pueblos y los conserva en una santa paz; él estrecha los lazos santos del matrimonio con la más casta ternura; el amor es el que dieta sus leyes a los amigos fieles.
“ ¡Qué feliz sería el género humano, si el amor que gobierna los cielos gobernara también los corazones!”.
[Enseña la Filosofía que todos los hombres quieren naturalmente la bienaventuranza, pero su fuente no puede estar en los bienes particulares, sino en el bien universal y supremo, que es Dios.]
METRO PRIMERO
”El que quiere sembrar un campo virgen comienza por despejar de malezas el terreno; corta con su hoz zarzas y helechos para abrir camino a Ceres, que luego vendrá cargada con el peso de nueva abundante cosecha.
”El fruto de las abejas parece más dulce, si antes han gustado los labios un sabor amargo.
”La luz de los astros os parece más hermosa después que el noto ha dejado de atormentaros con el ruido del huracán tempestuoso.
”Apenas el lucero de la mañana ha expulsado las tinieblas, el día esplendoroso hace avanzar los caballos de la rosada aurora.
”De igual manera contempla tú primero los bienes falsos para empezar a libertarte del yugo de la esclavitud: después irá penetrando tu alma en los bienes verdaderos”.
METRO SEGUNDO
”Quiero con el canto de mi bien templada lira ensalzar la maestría y poder con que la naturaleza dirige a todos los seres, y las leyes mediante las cuales conserva, previsora, al mundo infinito, y cómo une todas las cosas, sujetándolas con lazo indisoluble.
”Podrá el león de Cartago arrastrar magnífica cadena y tomar su alimento de la mano del bravo domador, acostumbrado como está a los golpes y al látigo; pero en cuanto la sangre llegue a teñir sus fauces salvajes, despertará su fiereza y con rugidos profundos, recordándose a sí mismo, desatará el nudo que aprisiona su cuello y con agudos dientes desgarrará a su dueño que será la primera víctima de su rabia enfurecida.
”El ave parlera que lanza al aire sus trinos se ve un día encarcelada: es ahora el entretenimiento del hombre que con cariño la cuida, la regala con abundante comida y la hace beber en vasijas que endulzó la miel. Pero si por entre las rejas de su estrecha mansión divisa la sombra placentera de los bosques, pisoteando aquella comida con esmero preparada, al bosque quiere ir, por el bosque suspira con su dulce voz.
”La rama verde y vigorosa podrá, obligada por una fuerza poderosa, dirigirse desviada hacia la tierra; mas en cuanto la suelte la mano que la encorvó, de repente se enderezará para otra vez mirar al cielo.
”Febo se hunde todos los días en las aguas de la Hesperia; mas por un camino sólo de él conocido vuelve todas las mañanas a empezar por el oriente su carrera acostumbrada.
”Todas las cosas encuentran de nuevo su curso; todo se complace en volver por nuevos rumbos al origen del que procedió: no hay orden establecido que sea duradero sino el que une el principio con el fin en un ciclo inmutable.
METRO TERCERO
”Ya puede el rico en su avaricia detener el río de oro de la fortuna para amontonar riquezas que no le saciarán y cargar su cuello con las perlas del Mar Rojo y labrar sus campos con un centenar de bueyes: mientras viva no le dejará tranquilo el mordedor cuidado de sus tesoros; cuando muera, no le acompañarán sus fugitivas riquezas.
METRO CUARTO
”Aunque Nerón para el adorno de su persona gastaba la púrpura de Tiro y se cargaba de diamantes, todo el mundo aborrecía el esplendor y lujo desenfrenado del tirano. Pero el malvado quería ganarse las voluntades dando a venerables senadores indignas sillas curules: ¿quién a vista de tal proceder creerá aún que la felicidad pueda hallarse en los honores que otorgan los miserables?
METRO QUINTO
”Todo el que aspire a ser poderoso que aprenda primero a dominar la altivez del espíritu y jamás rinda su cuello vencido al yugo vergonzoso del placer.
”Pues aunque hagas estremecerse al país de los indos bajo el peso de tu ley, y se extiendan tus dominios hasta los confines de Tulé, no conseguirás verdadero poder si no logras desechar de ti la sombría zozobra, si no puedes acallar el clamor de la desgracia.
METRO SEXTO
”Todo el linaje humano procede de un mismo origen. Uno sólo es el autor de todas las cosas: uno sólo el que las gobierna. Él es el que ha dado a Febo sus rayos y a la luna sus cambiantes fases. Él puso al hombre en la tierra y a los astros en el cielo; Él ha encerrado en el cuerpo humano el alma que sacó de las celestes alturas: todos los hombres, por consiguiente, tienen un origen nobilísimo.
” ¿Por qué, pues, os jactáis de la prosapia de vuestros antepasados? Si miráis a vuestro principio y reconocéis que Dios es vuestro creador, nadie habrá que no sea noble; si no es que, por entregarse al vicio, reniega de su origen.
METRO SÉPTIMO
”En todos los placeres hallarás lo mismo: clavan su aguijón a aquellos que los disfrutan. Y a semejanza de la abeja voladora que ha dejado su miel, huyen después de herir ferozmente el corazón que se les abrió.
METRO OCTAVO
”¡Oh, qué desgraciados son los hombres caminando en busca de la dicha por los senderos extraviados a donde los lleva su ignorancia!
”No vais a buscar el oro entre el verde follaje de los árboles, ni las piedras preciosas en los racimos de la vid.
”No pretende llevar a su mesa ricos pescados el que ha tendido sus redes en lo alto de la colina; ni el que se deleita en la caza del ciervo va a perseguirlo en las aguas del mar Tirreno.
”Al contrario, conoce muy bien el hombre los rincones ocultos bajo las olas del mar; sabe qué aguas son las más abundantes en nacaradas perlas y cuáles las más propicias a la púrpura esplendente, así como encuentra los peces más delicados y los punzantes erizos.
”Mas lo que todos, ciegos, se empeñan en ignorar es dónde se oculta el bien que anhelan; y buscan en los abismos de la tierra aquello que se remontó por encima de las estrellas.
”¿Qué imprecaciones no merece semejante insensatez? “Persigan enhorabuena las riquezas y los honores; mas cuando tras penosos esfuerzos hayan conquistado falsos bienes, reconozcan de buen grado dónde están los verdaderos.
METRO NOVENO
“¡Oh Tú, que gobiernas el mundo con leyes inmutables, Creador de la tierra y del cielo, que de la eternidad haces brotar el tiempo[7], que permaneciendo en tu inmovilidad inquebrantable[8] das a las cosas universal movimiento! ¡Tú, que no obedeces el impulso de causas externas para forjar tus obras con una materia siempre variable, realizando así la idea del bien supremo que en Ti mismo llevas, ajeno al sentimiento de la envidia! ¡Tú lo riges todo conforme al arquetipo celeste; siendo la hermosura misma, haces que, a tu imagen, el mundo en extremo hermoso, lleve su perfección a todas sus partes![9]
”Tú sometes los elementos a las leyes de los números, a fin de que el frío obre de concierto con el calor y lo árido con lo húmedo; para que el fuego más sutil, no se disipe en el aire y la pesantez no arrastre las tierras al fondo de los mares.
”Tú pones en el centro del mundo[10] el alma de esencia triple que. uniendo todas las cosas, a todas las mueve, y haces sentir su influjo a través de los miembros armoniosos del universo; y cuando después de haberse dividido termina el ciclo de sus movimientos, retorna sobre sí misma para recorrer el espíritu profundo y dar al cielo un movimiento semejante al suyo.
”Tú haces brotar igualmente las almas y las vidas de naturaleza inferior y las colocas, para elevarlas, en carros ligeros que las derramarán por el cielo y la tierra, para volver después a Ti, por la benigna ley que las guía, gracias a la llama que las hace refluir a su origen.
”Permite, ¡oh Padre!, a nuestro espíritu que se eleve hasta tu augusto trono para poder conocer la fuente del bien y hallar de nuevo la luz, al fijar en Ti la clara mirada del alma.
”Disipa las nubes, alivia el lastre de esta masa terrena y muéstrate en la gloria de tu esplendor, porque Tú eres el cielo sereno; Tú, el reposo y la paz para los justos. Porque verte es nuestro fin, verte a Ti, que eres Principio, Sostén y Guía, ¡Tú, el Camino y el Término final de nuestro viaje!”
METRO DÉCIMO
“Venid, pues, todos vosotros a quienes tiene cautivos con vergonzosas cadenas el placer engañoso que sugestiona al espíritu humano. Aquí encontraréis el descanso para vuestras fatigas, el puerto placentero de la paz, el único asilo abierto a los que sufren.
”No traerán la luz a vuestros ojos ni los dones del Tajo de auríferas arenas, ni los del Hermo de exuberantes vegas, ni los del Indo de la zona tórrida que esmalta sus riberas con los reflejos ya verdes, ya argentados de sus piedras preciosas: todo esto más bien contribuirá a sumergir en la oscuridad de sus noches a los espíritus ciegos.
”Cuanto excita y seduce las mentes humanas lo produjo la tierra en la profundidad de su seno. Lo único que impide a las almas caer en las tinieblas es la luz que gobierna los cielos y les da vida: pálidos encontrará los rayos del sol el afortunado que perciba el esplendor de aquella luz soberana.”
METRO UNDÉCIMO
“Si buscando el hombre la verdad desde el fondo de su corazón, no quiere desviarse del camino, debe volver sobre sí mismo los ojos de su mente y replegar su propio espíritu con amplio movimiento, a fin de comprender que todo lo que penosamente busca en el exterior se halla encerrado en los tesoros de su alma.
”No tardará en ver más claro que la luz del sol aquello que parecía oculto entre las nieblas del error.
”Pues de la inteligencia no ha desaparecido totalmente la luz por haber aportado el cuerpo su pesada masa, propicia al olvido; queda, sin ningún género de duda, en el fondo de nosotros mismos, una semilla de verdad, que brota de nuevo al cálido soplo de la investigación y la doctrina.
”¿Por qué, si no, respondéis con exactitud al ser preguntados? Es que en el fondo de vuestras almas permanece latente el fuego de la verdad.
”Si la Musa de Platón dice verdad, lo que aprendemos no es otra cosa que una serie de conocimientos olvidados, que de nuevo hacemos presentes a la memoria”[11].
METRO DUODÉCIMO
“¡Feliz aquel que ha podido vislumbrar la fuente pura del bien! ¡Feliz el que sacudió las pesadas cadenas de la tierra!
”En otro tiempo, Orfeo, el cantor de Tracia, lloró la muerte de su esposa; y cuando con su canto desolado obligó a los montes a que acudieran en su socorro, e hizo que los ríos de rápida corriente detuvieran su curso; que el ciervo, sin estremecerse viviera pacífico junto al león sanguinario, que la liebre no temiera ante el perro, ya amansado por el armonioso canto... sintiendo su corazón abrasado por llama devoradora, sin que los cantos que habían apaciguado al mundo pudieran aquietar a su autor, lamentando la crueldad de los dioses del cielo quiso acercarse a las moradas infernales.
”Allí moduló su canto al son acariciador de su lira; cuanto aprendiera en las divinas fuentes de la diosa su madre, cuanto le inspirara un dolor sin medida y un amor que redoblaba su dolor, lo expresó en conmovedoras elegías que estremecieron al Ténaro; por fin, con dulces plegarias imploró el perdón del Rey de las sombras.
”Conmovido por aquella jamás oída melodía, queda estupefacto e inmóvil el carcelero de tres cabezas; lágrimas de ternura y compasión fluyen a torrentes de los ojos de las diosas vengadoras, que hostigan con el terror a las almas culpables; la cabeza de Ixión ya no es arrastrada por la rueda veloz; Tántalo, de penosa y larga sed atormentado, desdeña las aguas de los ríos; y arrebatado por aquella música divina, ya no devora el buitre el hígado de Tityo.
”«Estamos vencidos», exclama, por fin, apiadado, el Rey del imperio de las sombras; «devolvemos su esposa a este hombre que la ha rescatado con su canto, pero le imponemos una condición, a saber, que al abandonar el Tártaro no vuelva atrás su vista».
”Mas, ¿quién puede poner leyes a los amantes? El amor es su ley suprema.
”¡Ay! En las mismas fronteras de la noche, Orfeo miró a su Eurídice: la vio, la perdió, le dio la muerte.
”Esta fábula parece forjada para vosotros los que tratáis de elevar vuestro espíritu hacia la luz de los cielos; porque el que se deja vencer y vuelve sus ojos a los antros del Tártaro, pierde los bienes superiores precisamente por el hecho de mirar a los infiernos”.
LIBRO CUARTO
METRO PRIMERO
”Pues yo tengo raudas alas que saben penetrar los cielos; y si de ellas se reviste el espíritu ágil, mirará con desprecio el odioso mundo terrenal, franqueará la esfera del aire infinito, dejará tras si las nubes, subirá más alto que las llamas que en su rápido movimiento aviva el éter, llegará a la región de las estrellas, unirá su carro al de Febo; y hecho soldado de Marte, el astro deslumbrador, acompañará en su giro al viejo planeta helado (Saturno), al que seguirá dondequiera se ilumine la noche, hasta que, terminada su carrera, abandone las alturas celestes cabalgando sobre el rápido éter, en posesión segura de la luz sagrada.
”Allí ostenta su cetro el rey de los reyes; desde allí sujeta las riendas del mundo; e inmutable en sí mismo, dirige su alado carro en el esplendor de su majestad.
”Si algún día llegares a aquellos lugares después de haber hallado el camino que has olvidado y ahora buscas, gozoso exclamarás: «Sí, lo recuerdo, ésta es mi patria, de la cual salí un día, y en la que para siempre me quiero quedar».
”Y si desde allí vuelves los ojos a la tierra que dejaste, contemplarás los tiranos del destierro, ante quienes, por su torva mirada, tiemblan los pueblos que gimen en la desgracia
METRO SEGUNDO
”Si a esos reyes que veis encumbrados en el trono. deslumbrantes con el esplendor de la púrpura, cercados de armas terribles, de feroz aspecto amenazador, respirando la cólera que anida en sus corazones, los despojarais del vano aparato que los envuelve, veríais cómo a pesar de llamarse soberanos, arrastran pesadas cadenas. Por un lado la codicia los atormenta con su insaciable veneno; por otro, flagela su espíritu el aluvión de una rabia desenfrenada: unas veces el pesar los atenaza y agota; otras, es una esperanza incierta la que los tortura: todos son tiranos, a los que ha de servir un solo hombre, que evidentemente no podrá hacer lo que quiera, dominado como está por tantos crueles señores.
METRO TERCERO
”Las velas de Ulises y los bajeles de su flota dispersa por el mar vense empujados por el Euro hacia la isla en que habita la bella diosa Circe. Ella, al ver huéspedes desconocidos, les prepara vasos encantados.
”Su mano conoce las virtudes de las plantas y ha logrado transformar de mil maneras a los forasteros: uno ha tomado el aspecto de jabalí; otro,, convertido en león de Mármara, ve cómo le crecen los dientes y las uñas, que se transforman en garras; éste, que ya se cuenta entre los lobos, va a llorar y aúlla; aquél, hecho tigre de la India, merodea tranquilo por entre las viviendas. En vano el dios alado de Arcadia apiadado del jefe de los navegantes al que agobian mil calamidades, lo ha liberado del castigo de Circe: los labios de sus remeros han tocado ya los vasos funestos y, convertidos en cerdos, abandonan el pan de Ceres para ir en busca de las bellotas, Todo lo manchan; ya no les queda ni la voz ni la forma del cuerpo. Sólo el espíritu queda inmutable y gime aprisionado por la fuerza del embrujo. ¡Oh mano débil y ligera! ¡Oh plantas de escaso poder, que si transforman los cuerpos son incapaces de llegar al corazón! La energía del hombre está en lo interior, escondida en el retirado alcázar de su alma. Los venenos más temibles, los que hacen al hombre salir de sí mismo son los que penetran en su interior; y sin dañar a su cuerpo, se ceban encarnizados en su mente vulnerada”.
METRO CUARTO
”¿Por qué os esforzáis en provocar tantos trastornos, precipitando con vuestra propia mano los pasos del destino? Buscáis la muerte sin daros cuenta de que por sí sola se os acerca sin detener jamás la carrera de sus alados caballos.
”Los que sienten la amenaza de los dientes de la serpiente, del león o del tigre, del oso o del jabalí, ¡contra sí mismos desenvainan su propia espada!
”¿Acaso provocan los hombres luchas inhumanas, guerras feroces, buscando los unos la muerte de los otros, sólo porque son sus costumbres diferentes u opuestas? “Nada podría justificar semejante barbarie. “Si tú quieres dar a cada cual lo que se merece, ama a los buenos, que eso es justicia, y ten compasión de los malos”.
METRO QUINTO
”El que no sepa que la constelación de Arturo se mueve con lentitud alrededor del polo, quien ignore la causa de que el Boyero conduzca lentamente su carro sin apresurarse a hundir sus luces en el Océano, y, en cambio, acelere su salida por la mañana, admirará sin comprenderla la ley que rige las altas esferas de los cielos.
”Si el disco de la luna palidece al invadirlo las sombras de la noche y si después de ocultar las estrellas con la luz de su frente, Febe las descubre de nuevo al eclipsarse... la ignorancia hace conmoverse a los pueblos, que llenan el aire de lamentos al compás de los golpes de sus címbalos.
”Nadie admira que el soplo de Coro azote las costas con mugientes olas, o que moles inmensas de nieve endurecidas por los fríos, se ablanden bajo los ardientes rayos de Febo: aquí es fácil descubrir las causas, pero la ignorancia turba los ánimos cuando se contemplan fenómenos insólitos.
”Las cosas que sólo acaecen raras veces o que súbitamente se manifiestan, provocan el estupor del vulgo, fácilmente impresionable.
”Si desapareciera la nube oscura de la ignorancia, dejarían de tenerse por prodigios cosas que despertaron la admiración”.
METRO SEXTO
”Si quieres conocer plenamente las leyes que ha establecido el que en los cielos gobierna el trueno y la tempestad, contempla las alturas del firmamento. Allí, leales a su antiguo y justísimo pacto, los astros se mantienen dentro de la más perfecta armonía.
”El sol, arrebatado en su llama deslumbradora, no estorba el curso de Febo en el espacio helado; la Osa, que con veloz movimiento gira en torno del Polo, no se hunde jamás en las profundidades del Poniente, a donde van a caer las demás estrellas, ni quiere nunca apagar sus luces en el Océano. Siempre regular, la estrella de la tarde anuncia las sombras de la noche, y el Lucero del alba precede al día bienhechor.
”Recíproco amor renueva el eterno curso de las estrellas: en aquellas luminosas regiones no se conoce el odio de la guerra.
”Esta concordia dispone los elementos con arreglo a leyes justas: la humedad oportunamente deja el paso a la sequedad; el frío se alía con la llama para que el fuego sutil se eleve en los aires, y las tierras se hundan arrastradas por su peso.
”Por idénticas causas, el año, con el tibio calor de la primavera se viste de flores que exhalan su perfume; en el ardiente estío madura los frutos de Ceres; en el otoño muestra la exuberancia de sus frutos y en el invierno se anega en copiosas lluvias.
”Esta sucesión armoniosa sostiene y desarrolla cuanto en el mundo vive: y ella misma después arrebata y sepulta toda existencia y la hace desaparecer con el hálito de la muerte.
”Entre este fluir de las Cosas, el Creador, sentado en su excelso trono y empuñando las riendas del Universo, lo dirige como su soberano rey, dueño y señor, ya que Él es fuente y principio, ley y norma de toda justicia. Imprime movimiento a los seres, dando firmeza a los vacilantes; en su hora a todos los detiene para atraerlos hacia sí, pues si no encauzara su impulso, haciéndolos entrar en las órbitas que les fijara, las cosas que así mantienen orden estable, se aniquilarían, alejadas de su origen.
”Hacia Él se dirige el amor de todos los seres, todos anhelan unirse con Él. Sumo bien, fin universal, pues no pueden subsistir sino a condición de refluir, conducidos por el amor, hacia la causa que les dio el ser.
METRO SÉPTIMO
”Con una guerra de diez años y sembrando de ruinas la Frigia, el vengador hijo de Atreo castigó el rapto de la mujer de su hermano. Mas a fin de que la escuadra de los griegos pudiera franquear los mares, compró los vientos al precio de su propia sangre; y despojado de su corazón de padre, revestido de improvisado y funesto sacerdocio, ofreció a los dioses el cuello de su desgraciada hija.
”El héroe de Itaca lloró la pérdida de sus compañeros que un monstruo, Polifemo, oculto en su inmenso antro, había engullido en su vientre; el cual, sin embargo, furioso por haber perdido la vista, trocó en lágrimas el regocijo de su festín.
”La gloria fue la recompensa de los duros trabajos de Hércules: domó a los altivos centauros, arrebató la piel del feroz león de Nemea; con flecha certera mató las aves del lago Estinfalo; cargada su mano de oro, se apoderó de los frutos que guardaba el dragón de los cien ojos; arrastró al Cerbero atado con triple cadena; victorioso robó a Diómedes sus yeguas y a él lo puso para que éstas lo devorasen hizo perecer a la hidra destruyendo en las llamas su veneno; hizo que Aqueloo, después de manchar su frente, hundiera su rostro en las aguas de un río que llevó su nombre; derribó a Anteo en las arenas de Libia; gracias a Hércules, Evandro pudo saciar sus iras en la persona de Caco; los hombros del héroe que debían sostener al mundo fueron manchados con la espuma de un jabalí; su último trabajo fue sostener el cielo con su cabeza sin doblar la cerviz... y el cielo fue el premio de este supremo esfuerzo.
”Vosotros, los que sentís en vuestra sangre el ardor de los valientes, caminad por la senda elevada que surcaron tan magníficos ejemplos.
”¿Por qué huís cobardemente? Triunfad sobre la tierra, que en el cielo veréis la recompensa”.
LIBRO QUINTO
METRO PRIMERO
”Entre las rocas de los montes de Aquemenia, donde el pecho de los soldados que persiguen al enemigo es alcanzado por los dardos que éste dispara en su huida, el Tigris y el Éufrates brotan de la misma fuente, pero pronto se separan y sus aguas se alejan.
”Pero si volviendo a unirse mezclan sus comentes en el mismo lecho, se verá cómo allí se reúne lo que cada uno arrastra; se juntarán las embarcaciones, al igual que los troncos arrancados por las aguas; las ondas entrecruzadas irán de acá para allá, al impulso de incesante carrera. Pero estos movimientos, al parecer caprichosos, vienen determinados por el declive del terreno y por las leyes que regulan el fluir de las aguas.
”De modo semejante parece que el azar camina a la deriva, sueltas las riendas; y no obstante, obedece a un freno y avanza a través del tiempo siguiendo una ley suprema”.
METRO SEGUNDO
”Celebra el melifluo Homero en sus versos a Febo resplandeciente de pura luz, que a pesar de sus rayos ardientes, no puede penetrar en los senos profundos de la tierra o del océano.
”Muy diferente el Creador del universo infinito, su mirada se extiende desde lo más alto de los cielos hasta los seres más pequeños, sin que pueda detenerle la tierra con su mole, sin que le resista la noche con sus oscuras nubes.
”Pasado, presente y futuro, todo lo distingue con un solo parpadeo de su inteligencia. Él es el único que todo lo ve; el único que se puede llamar verdadero sol”.
METRO TERCERO
”¿Cuál es la causa de la discordia que mantiene separadas cosas de suyo estrechamente unidas? ¿Qué Dios creó semejantes conflictos entre dos verdades, que por separado son firmísimas pero juntas se hacen incompatibles? ¿O es que no hay tal incompatibilidad entre ellas sino más bien perfecta cohesión, siendo incapaz la inteligencia, encerrada en un cuerpo ciego, de distinguir con su tenue luz los hilos sutiles que enlazan las cosas? ¿Y por qué el espíritu humano ha de sentir esa pasión vehemente por descubrir las secretas señales de la verdad? ¿Conoce ya qué sea eso que ansiosamente desea saber? ¿Pero quién es el que padece por aprender lo que ya sabe? Y si lo desconoce, ¿qué es lo que a ciegas busca esta inteligencia? ¿Puede desearse lo que no se conoce? ¿Quién sería capaz de buscar una cosa desconocida? ¿Cómo sabría que la había encontrado? Y una vez hallada, ¿cómo la reconocería? ¿No apreciará el alma el conjunto y los detalles cuando llegue a contemplar la suprema inteligencia divina? Sepultada ahora en un cuerpo tenebroso, no ha olvidado del todo su primitivo estado; y, perdido el recuerdo de lo particular, guarda, sin embargo, el del conjunto. Por eso, el que busca la verdad se halla en un estado intermedio: ni lo sabe ni lo ignora todo: despertando lo que ha contemplado en lo alto, mira al conjunto cuyo recuerdo conserva, para ir añadiendo a lo que retiene, lo que ha olvidado”[12].
METRO CUARTO
”El Pórtico inspiró un tiempo a misteriosos y ancianos maestros la idea de que las sensaciones e imágenes vienen a imprimirse en el alma procedentes de los objetos exteriores, a la manera que un rápido punzón recorre la tersa superficie de una página intacta para grabar y fijar en ella los caracteres.
”Pero si el espíritu no tiene fuerza y movimiento propios, e incapaz de toda actividad se limita a recibir pasivamente las impresiones de los cuerpos, si a manera de espejo no hace más que reflejar imágenes vanas, ¿de dónde procede la inteligencia, vigor de la mente, cuya mirada todo lo abarca? ¿Cuál es esa fuerza que examina las cosas una por una y las analiza una vez conocidas? La cual, después de analizar, hace la síntesis, y siguiendo alternativamente uno y otro camino, ya se eleva hasta las cumbres, ya desciende hasta las cosas más pequeñas, y juzgando por sí mismo puede confundir el error por medio de la verdad.
”Es una potencia muy superior para que se limite su actividad a recibir impresiones de parte de la materia.
”Y, sin embargo, para el impulso inicial, para poner en movimiento las fuerzas del espíritu es necesaria una impresión corpórea: la luz debe herir los ojos, el sonido ha de llegar hasta el oído; después se despliegan las energías de la mente, refréscanse las ideas innatas, se las compara con impresiones análogas, aplicándolas a signos exteriores y relacionando con las imágenes sensibles las formas simples que en su interior posee el alma[13].
METRO QUINTO
”¡Qué variedad de formas presentan los seres que pueblan la tierra! Unos, de cuerpo alargado, se arrastran por el polvo y avanzan reptando, dejando en el suelo el surco de su huella. Otros, de alas ligeras, caprichosas, hienden el aire y en vuelos sutiles atraviesan el espacio inmenso. Otros se apoyan en el suelo, y caminando franquean verdes llanuras o penetran espesos bosques. Pero por muy variadas que sean sus formas, todos inclinan hacia adelante su cabeza, lo que embota sus pesados y torpes sentidos.
”Sólo el hombre yergue en alto su cabeza, y derecho y esbelto mira la tierra a sus pies.
”Si acaso te fascinó la tierra para hacerte perder la razón, tu misma conformación te advierte, a ti, cuya cabeza con la frente levantada se dirige al ciclo, que eleves tu espíritu a las cumbres, para que tu inteligencia no se hunda con el peso de la materia en abismos que la rebajen a nivel inferior al de tu cuerpo, al que la naturaleza le hace mirar al cielo.


[1] Según Casiodoro, Boecio compuso en su juventud un Carmen bucolicum que se ha perdido.
[2] Temas de la cosmología platónica tal como está expuesta, sobre todo, en el Timeo: el mundo es obra de la razón y la bondad del divino Demiurgo y está sometido a la necesidad y el orden que le imprime su alma racional.
[3] Alusión a la inmovilidad del primer motor (Aristóteles).
[4] En este metro aletea la noción estoica de la πρόνοια, hado o necesidad absoluta de todo el acontecer natural, al que sólo parece escapar la arbitraria conducta humana. La inspiración estoica se manifiesta también claramente en las imágenes empleadas (ver el Hipólito, de Séneca).
a Euripo: parte meridional y más estrecha del canal, que separa la isla de Eubea de la Grecia continental, llamados por algunos canal de Negroponto.
V Según su sistema mitológico, los griegos distinguían entre 8 tipos de vientos: 1)Bóreas o Aquilón: sale de las montañas del norte y sopla con furia sobre el Egeo. Se lo representa como un anciano alado de largos cabellos blancos en representación de la nieve y la escarcha. 2)Céfiro: es el que sopla del oeste, con cierta suavidad; se lo representaba como un joven alado, que recorría los espacios derramando flores. 3)Escirón: viento del noroeste, representado por un anciano alado y barbudo sosteniendo un vaso ricamente labrado como los que era costumbre llenar de agua caliente, seguramente para preservarse del frío que su aparición causaba. 4)Apeliota: soplaba del sureste representado por un joven imberbe llevando frutos en sus manto. 5)Euro: Soplaba del este con violencia. Se lo representaba por un viejo alado barbudo huyendo en forma vertiginosa. 6)Cecias: viento del noroeste que acompaña el granizo, representado por un anciano alado que llevaba el granizo en su escudo. 7)Austro o Noto: viento que soplaba al mediodía, casi siempre acompañado de agua, se lo representaba por un joven alado llevando un ánfora repleta de agua. 8)Libis: soplaba del suroeste, procedente de Libia, representado por un joven alado portando una bocian en las manos para indicar a las naves que es favorable para entrar al puerto del Pireo.
[5] El tema de un paraíso primitivo tuvo largas resonancias en la poesía latina.
[6] Este antropomorfismo aparece ya claramente en Empédocles, y Platón lo recoge especialmente en El banquete y en el Timeo.
[7] ...qui tem pus ab aevo Ire iubes. Según Platón, Dios creó el tiempo como imagen móvil de la eternidad inmóvil.
[8] Después de stabilisque manens: el primer motor inmóvil, de Aristóteles.
[9] En sus rasgos fundamentales, Boecio adhiere a la teodicea de Platón, que concibió a la Divinidad como el ser ordenador del mundo que sólo obedece a su bondad para realizar y ordenar su obra.
[10] En el Timeo (35) dice Platón: “He aquí de qué y con qué la hizo (el alma del mundo). Con la sustancia indivisible y siempre la misma y con la sustancia divisible y corporal compuso una tercera especie de sustancia, intermedia entre la naturaleza de lo que es lo mismo y lo que es diverso, y la estableció en medio de lo que es visible y lo invisible.
[11] Esta poesía está inspirada en la teoría platónica de la reminiscencia.
[12] También aquí se inspira Boecio en la teoría de la reminiscencia.
[13] Como puede verse, Boecio se opone a la epistemología de los estoicos, apoyándose en Platón.

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