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Textos literarios fundamentales
- Cantar de Mío Cid
- Comentarios del Cantar de los Cantares (Fray Luis de León)
- Cántico espiritual (San Juan de la Cruz)
- Declaración de las canciones que tratan del ejercicio de amor entre el alma y el esposo Cristo (San Juan de la Cruz)
- Don Quijote de la Mancha
- El enfermo imaginario (Molière)
- Eneida (Virgilio)
- Ilíada (Homero)
- Ilíada (Homero) recitada en griego
- La divina comedia (Dante Alighieri)
- La vida es sueño
- Metamorfosis (Ovidio)
- Mucho ruido y pocas nueces (Shakespeare)
- Novelas ejemplares (Cervantes)
- Oráculo manual y arte de prudencia
- Rebelión en la granja
- Romeo y Julieta (Shakespeare)
- Tartufo (Molière)
- Églogas (Virgilio)
sábado, 27 de noviembre de 2010
Si me obligaran a elegir un poeta,
“Virgilio.
Elegiría a Virgilio.
¿Por sus Églogas? No.
¿Por sus Geórgicas? No.
¿Por su Eneida? No.
1º Porque dio asilo en sus poemas a muchos versos bellos de otros poetas, sin tomarse el trabajo de desfigurarlos.
2º Porque quiso destruir su Eneida ¡tan maravillosa!
3º Por su gran amor a la naturaleza.
4º Por su gran amor a los libros.
Ibant obscuri sola sub nocte per umbram,
perque domos Ditis vacuas, et inania regna;
quale per incertam lunam sub luce maligna
est iter in silvis, ubi caelum condidit umbra
Jupiter, et rebus nox abstulit atra colorem.
Eneida = Canto VI”
jueves, 11 de noviembre de 2010
sábado, 6 de noviembre de 2010
Ilíada (canto I)
1 Canta, oh diosa, la cólera del Pelida Aquiles; cólera funesta que causó infinitos males a los aqueos y precipitó al Hades muchas almas valerosas de héroes, a quienes hizo presa de perros y pasto de aves —cumplíase la voluntad de Zeus—desde que se separaron disputando el Atrida, rey de hombres, y el divino Aquiles.
8 ¿Cuál de los dioses promovió entre ellos la contienda para que pelearan? El hijo de Zeus y de Leto. Airado con el rey, suscitó en el ejército maligna peste y los hombres perecían por el ultraje que el Atrida infiriera al sacerdote Crises. Este, deseando redimir a su hija, habíase presentado en las veleras naves aqueas con un inmenso rescate y las ínfulas del flechador Apolo que pendían de áureo cetro, en la mano; y a todos los aqueos, y particularmente a los dos Atridas, caudillos de pueblos, así les suplicaba:
17 —¡Atridas y demás aqueos de hermosas grebas! Los dioses, que poseen olímpicos palacios, os permitan destruir la ciudad de Príamo y regresar felizmente a la patria. Poned en libertad a mi hija y recibid el rescate, venerando al hijo de Zeus, al flechador Apolo.
Bucólicas de Virgilio
VIRGILIO, LAS ÉGLOGAS
(trad. de Eugenio de Ochoa[1])
ÉGLOGA I
El pastor Títiro encarece al pastor Melibeo su gratitud a un poderoso bienhechor por haberle restituido una heredad que le había sido arrebatada, con cuya ocasión lamentan ambos las desgracias que acarrea la guerra civil a los labradores.
(Melibeo. Títiro)
MELIBEO
¡Títiro!, tú, recostado a la sombra de esa frondosa haya, meditas pastoriles cantos al son del blando caramillo; yo abandono los confines patrios y sus dulces campos; yo huyo del suelo natal, mientras que tú, ¡oh Títiro!, tendido a la sombra, enseñas a las selvas a resonar con el nombre de la hermosa Amarilis.
TÍTIRO
A un dios, ¡oh Melibeo!, debo estos solaces, porque para mí siempre sera un dios. Frecuentemente empapará su altar la sangre de un recental de mis majadas; a él debo que mis novillas vaguen libremente, como ves, y también poder yo entonar los cantos que me placen al son de la rústica avena.
MELIBEO
No envidio, en verdad, tu dicha; antes me maravilla, en vista de la gran turbación que reina en estos campos. Aquí me tienes a mí, que, aunque enfermo, yo mismo voy pastoreando mis cabras, y ahí va una, ¡oh Títiro!, que apenas puedo arrastrar, porque ha poco parió entre unos densos avellanos dos cabritillos, esperanza, ¡ay!, del rebaño, los cuales dejó abandonados en una desnuda peña. A no estar obcecado mi espíritu, muchas veces hubiera previsto esta desgracia al ver los robles heridos del rayo . Mas dime, Títiro, ¿quién es ese dios?
jueves, 21 de octubre de 2010
jueves, 14 de octubre de 2010
A Trasideo de Tebas
Musa, si conviniste en ofrecer, a cambio de paga,
tu voz, obediente a la plata, a ti te corresponde hacerla tremolar aquí y allá
en honor de Pitónico,
el padre, o de su hijo Trasideo,
cuya felicidad y fama están flameantes.
Hermosa fue su victoria de antaño con el carro
y en Olimpia conquistaron con sus caballos
el rayo veloz de los célebres juegos;
mientras que en Pito, al bajar a la arena para la carrera ligera,
fueron superiores a la helénica concurrencia
por su rapidez. Que no ambicione yo mas bienes que los divinos,
con aspiraciones adecuadas a la edad,
pues cuando me encuentro con que en una ciudad
los de enmedio poseen flor de prosperidad más duradera,
censuro el destino de las tiranías.
Dedicado estoy a los logros compartidos: fuera los envidiosos.
Mas cuando uno alcanza la cima
y con pacífica conducta escapa
de la funesta desmesura, puede hacer mas bella travesía hasta el límite
de la negra muerte si a su gratísima descendencia
ha proporcionado renombrada gloria, más poderosa que todas las riquezas.
Tal don es el que distingue al hijo de Ificles,
Yolao, el que himnos dedicamos, y al fuerte Cástor,
y a ti, soberano Polideuces, hijos de dioses,
que un día habitáis en la sede de Terapna
y al otro dentro del Olimpo.
A Hierón de Siracusa
en la colonia, por sus hombres célebres, del lidio Pélope.
Por éste sintió pasión el poderoso Posidón,
el que la tierra conduce, cuando Cloro lo sacó
del inmaculado caldero
provisto de un brillante hombro de marfil,
¡en verdad que es mucho lo asombroso!
E incluso puede acontecer que los rumores
de los mortales, habladurías adornadas con abigarradas
ficciones, trasgrediendo el relato verdadero,
nos engañen por completo.
Íbico
En primavera los membrillos cidonios
florecen regados por la corriente de los arroyos
en el huerto no hollado de las doncellas
y también crecen los pámpanos bajo umbrosos retoños.
Amor, en cambio, jamás reposa para mí en estación alguna,
si no que, cual cierzo tracio inflamado por el rayo,
sombrío y resoluto, me agita el alma por entero,
violentamente, con un loco frenesí que me consume.
La Moira es, en efecto, quien da a los humanos el bien y el mal,
y son inevitables los dones de los dioses inmortales.
En todas las acciones hay riesgo y nadie sabe
en qué va a concluir un asunto recién comenzado.
Así que uno que pretende obrar bien no ha previsto
que se lanza a un duro y enorme desastre,
y a otro, que obró mal, le concede un dios para todo
la suerte del éxito, que contrarresta su propia torpeza.
(unred.es)
Nada te turbe, nada te espante. Todo se pasa. Dios no se muda. La paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene, nada le falta. Sólo Dios basta.
lunes, 27 de septiembre de 2010
Cuentos de Canterbury
Los Cuentos de Canterbury, de Chaucer, son un paso obligado para quien esté interesado en la historia de la narrativa occidental.
Los relatos son muy variados: tema fantástico, pícaro, más o menos didácticos... Mejor y peor construidos. Si se mira desde el Quijote se echa en falta, como es lógico, una evolución de los personajes, una vida independiente del narrador...
También, desde el Quijote, hay tres notas destacables:
- la relación entre un caballo fingido y el de Troya.
- la afirmación de que la vejez mejora el entendimiento.
- la distinción y descripción entre bienes de fortuna y de naturaleza.
viernes, 17 de septiembre de 2010
¿Qué es literatura?
Simeón: Expresión dotada de cierta estética del hombre a través del lenguaje escrito que va más allá del contenido.
Susana: Arte que consiste en expresar oralmente o por escrito historias, sentimientos o ideas.
Eider: Lo inefable.
Pedro: El arte referido a las letras.
Marta: Tradición oral y escrita de las diferentes culturas desde un punto de vista estético y artístico.
Paula: Aquello que consiste en expresar mediante distintos géneros lo que quieres contar.
Carlos: Es la expresión de ideas mediante el lenguaje y su escritura con intenciones artísticas.
viernes, 10 de septiembre de 2010
Safo y Catulo
Me parece igual a un dios
el hombre que frente a ti se sienta
y absorto escucha mientras le hablas dulcemente
y sonríes con amor.
Esto, no miento, no, me sobresalta
dentro del pecho el corazón;
pues si te miro un solo instante
mi voz no me obecede,
la lengua se me hiela, un sutil
fuego corre bajo mi piel,
mis ojos no ven nada, me zumban los oídos,
un sudor frío me cubre, un temblor
me agita toda entera y estoy, más que la hierba,
pálida, y siento que me falta poco
para quedarme muerta.
La lírica monódica
Catulo
LI. ad Lesbiam
ILLE mi par esse deo uidetur, | Aquel me parece semejante a un dios, aquel, si es posible, supera a los dioses, que sentado enfrente una y otra vez te mira y oye cómo ríes dulcemente, porque a mí desgraciado me arrebata todos los sentidos: pues a la vez a ti, Lesbia, te he mirado, no tengo nada sobre la lengua pero está torpe, una tenue mana bajo mis articulaciones, con su propio sonido me zumban los oídos, se cubren las luces por la noche. El ocio, Catulo, te está perjudicando: por el ocio exultas y te acaloras demasiado: el ocio no solo ha echado a perder a reyes sino también a ciudades felices. |